Los síntomas y algunos casos actualizados

Uno de los puntales que hacen sospechar de una intoxicación por insecticidas organofosforados a médicos, especialistas y víctimas es precisamente la larga y particular lista de síntomas, entre los que destacan[1]:

  • La vasculitis y la eosinofilia.
  • Los edemas, que pueden aparecer en todo el cuerpo, tanto en el interior como en el exterior.
  • Dolores de garganta.
  • Pérdida de apetito.
  • Dolores musculares y de las articulaciones.
  • Puede darse impotencia en los hombres y, en algunas mujeres, frigidez.
  • Coloración rojiza en las uñas de las manos.
  • Parálisis de la lengua.
  • Parálisis de la mandíbula.
  • Sequedad de boca y de ojos, pérdida de la visión.
  • Disminución del calcio, lo que puede provocar osteoporosis.
  • «Manos de lavandera», con las palmas de las manos rojas y ardientes.
  • Pérdidas de peso importantes (de hasta 60 kilos).
  • Crecimiento, incluso de varios centímetros. No solamente los niños sino también los adultos de edades de más de 40 años. El crecimiento oscila entre los 2 cm y los 18 cm.
  • Depósitos en las articulaciones.
  • Edemas pulmonares.
  • Calambres y convulsiones musculares, luego estos degeneran en parálisis y atrofia muscular.
  • La piel cambia de aspecto. Aparecen manchas de color marrón como las que se encuentran en las partes descubiertas como cara o manos en la vejez, pero en edades de 20 años.
Cuadro sintomas
Cuadro extraído de RODRÍGUEZ CARNERO, Pablo & VARIOS AUTORES, El síndrome del aceite tóxico: 30 años después, 2011, Madrid: Revista Española de Medicina Legal.

Como se observa, el principal síntoma de intoxicación por anilinas, la metahemogloblina, no aparece entre la larga lista de síntomas de los afectados. Por otra parte, si se comparan estos síntomas con los que padecen los afectados por SQM (Sensibilidad Química Múltiple), estos coinciden sobremanera, pues se han registrado los siguientes (entre otros)[1]:

–   Pérdida de consciencia –   Convulsiones
–   Sensación de falta de equilibrio –   Visión doble
–   Hormigueo en los dedos –   Espasmos musculares
–   Desmayo –   Entumecimiento en los dedos
–   Problemas para enfocar la vista –   Coloración en uñas y dedos
–   Insomnio –   Infecciones nasales
–   Presión en la cabeza –   Sensación de presión en la cara
–   Dolor de cabeza –   Dolor muscular
–   Debilidad en las piernas y brazos –   Rigidez general
–   Calambres en los dedos –   Dolor en las articulaciones
–   Dolor abdominal/ calambres –   Hinchazón abdominal
–   Enrojecimiento en la piel –   Nauseas
–   Reflujo ácido –   Mareos / aturdimiento
–   Transpiración –   Fiebre
–   Asma o respiración sibilante –   Producción excesiva de mucosidad
–   Dificultad para respirar –   Irritación ocular, escozor
–   Susceptibilidad ante infecciones –   Irritación en la garganta
–   Dificultades de memoria –   Problemas de dicción
–   Problemas de escritura –   Dificultad de concentración
–   Dificultades en el habla –   Ausencias
–   Sensación de cansancio/letargo –   Congestión nasal

 Si se muestra este listado de síntomas a un afectado por síndrome tóxico confirmará que sufre la mayoría de ellos, más muchos otros todavía peores derivados de la fase crónica (infartos, invalideces, necrosis, deformaciones, septicemia, cáncer, etc.) y la toxicidad de los pesticidas Nemacur y Oftanol, según las declaraciones durante el juicio del extrabajador de Bayer, Andrés Valverde.

Muchos de los síntomas del síndrome tóxico son de por vida, por lo que la calidad de vida de los afectados es ínfima. A continuación se recogen los testimonios de algunas víctimas que ya en el año 1989 vivían atormentadas[1]:

José Núñez, de 58 años, abandonó la prensa metalúrgica de 300 toneladas con la que trabajaba cuando empezó a padecer el síndrome. Se caía redondo al suelo y se le inflamaba la lengua. Sin embargo, su peor recuerdo fue ver a su hija de 12 años sin pelo. «Los procesados son criminales, pero la culpa la tiene el Gobierno. Quiero que paguen lo que han hecho» dice José.

Pilar Sotelo trabajaba en mayo de 1981 en una granja de huevos de Leganés. En este mes perdió el apetito y empezó a tirarles a los perros los bocadillos de «cosas fritas» que se llevaba para almorzar. Durante los primeros días no se oían ruidos en su casa. Sus hijos y ella estaban horas y horas tumbados, sin saber lo que ocurría, porque no tenían fuerzas para moverse. Ahora hay muchas discusiones. «Estamos destrozados, mi hija y yo no nos podemos ni hablar». Pilar dejó de ir a las terapias de grupo que impartía a los afectados un psiquiatra «porque la gente es muy cotilla». Pilar percibe en la actualidad unas 40.000 pesetas por su enfermedad.

Antonio Augusto vive en León y era camionero. Tiene 43 años y desde hace ocho ha sufrido dos embolias pulmonares, una trombosis cerebral, tiene el hígado enfermo y las piernas hinchadas. Por las mañanas se levanta y en lugar de empuñar el volante de su camión, como antaño, coge una carpeta y se va a atender las penas de los afectados de la asociación.

Desde 1989 han pasado 25 años, por lo que en la elaboración de este trabajo se ha contactado con la Coordinadora Nacional de Asociaciones de Afectados del Síndrome Tóxico para conocer la situación de aquellas víctimas que todavía viven (pues muchas han fallecido debido a los graves síntomas y secuelas de la intoxicación; se calculan que unas 5.000).

El colectivo de víctimas concluye que padece “una enfermedad crónica, con importantes secuelas invalidantes que impiden o limitan el desarrollo de una actividad laboral. En los últimos años hemos solicitado la adecuación del sistema de protección por los años transcurridos, el cambio social, la composición de las unidades familiares, la edad, etc., que hacen imprescindible dicha adecuación, no habiendo obtenido respuesta por parte  de los distintos gobiernos, que se limitan a mantener un sistema de protección creado hace 33 años”[2].

Asimismo, el doctor Manuel Posada de la Paz (director de la Unidad de Investigación del Síndrome Tóxico) elaboró varios informes actualizados sobre la situación de los afectados. En el año 2005, escribe que aproximadamente la mitad de los afectados sufren: hematomas fáciles (48,5%), artralgias (71,4%), parestesias/disestesias (64%), calambres/mioclonias (61,6%), mialgias (41,7%), cefaleas (48,8%), pérdidas de memoria (42,4%), alteraciones del ritmo del sueño (41,4%), ansiedad (51%), depresión (47%) y dislipemia (41,2%)[3].

En noviembre de 2006, el doctor Posada concluía:

“Aproximadamente un 59% de los inicialmente enfermos evolucionaron hacía la fase crónica pasando por un periodo intermedio de manifestaciones clínicas donde, paulatinamente, se observó cómo la presencia de afectación del tubo digestivo, piel, hígado, vasos pulmonares y sistema nervioso componían un cuadro extremadamente complejo y desconcertanteLa fase crónica se instauró en miles de pacientes que desarrollaron algunas de estas manifestaciones: esclerodermia, poli neuropatía motora y sensitiva, hepatopatía crónica, hipertensión pulmonar primaria y deformidades articulares debidas a contracturas por alteración neurológica, con mialgias y calambres intensos. Muchos pacientes fallecieron en cada una de estas fases, siendo los cuadros clínicos más severos los causados por la insuficiencia respiratoria aguda debida al edema pulmonar no cardiogénico durante la fase aguda, la hipertensión pulmonar y las trombo embolias mesentéricas y pulmonares en la fase intermedia y la insuficiencia respiratoria, con complicaciones infecciosas pulmonares, por atrofia muscular masiva durante la fase crónica. (…) Aunque se probaron todo tipo de tratamientos, sólo la rehabilitación y la fisioterapia se probaron como eficaces en el tratamiento de las complicaciones osteoarticulares y neuromusculares”[4].

En la actualidad, la Coordinadora Nacional de Asociaciones de Afectados del Síndrome Tóxico manifiesta que:

  • El 20 de enero de 2014, Manuel Posada, director del Instituto de Investigación de Enfermedades Raras (IIER) del Instituto de Salud Carlos III, fue designado miembro del grupo de expertos en enfermedades raras de la Comisión Europea (EUCERD).
  • El Hospital 12 de Octubre (Madrid), es el único hospital donde la doctora, María Antonia Nogales, trata desde hace 20 años a los enfermos de Síndrome Tóxico. La consulta, es precaria, como también lo son las condiciones en las que trabaja la doctora. “Se trata de un pequeño despacho en el que Nogales atiende a 500 enfermos anuales ella sola. Tiene un auxiliar administrativo durante dos horas al día pero está de sustituta y si la llaman es la doctora la que tiene que, además de vernos, hacer papeles y facturas”.

Aproximadamente sólo el 5% de los afectados pueden hacer vida normal. Tan sólo la doctora Nogales, del Hospital 12 de Octubre, sabe perfectamente lo que es el síndrome tóxico y cómo tratar de aliviar el sufrimiento de las 19.554 personas que todavía lo padecen.

Mari Carmen, una de las numerosas víctimas del síndrome tóxico de Alcalá de Henares, enfermó junto a su marido y sus tres hijos. Ella y su marido tenían 28 y 29 años, pero 33 años después, tienen la “calidad de vida de una persona de 80 años”. Mª Carmen tiene una minusvalía declarada del 70% y su marido “se toma unas 20 pastillas diarias, además de cinco inyecciones de insulina”. “Después de tantos años, incluso se han agudizado los síntomas y todas las afectaciones crónicas han ido a más».

Mari Carmen me cuenta:

«No me hables de cine u otras actividades de ocio, porque toda nuestra vida la hemos pasado en hospitales y quirófanos. Mis hijos no han tenido niñez y, como nosotros, están sentenciados de por vida”.

Según la afectada, “sólo en Alcalá de Henares ya han muerto 200 personas por el síndrome tóxico. Pero lo peor es que no se han reconocido las invalideces. Hay gente que tiene una invalidez total y tan sólo le han reconocido un 20% y a otras personas, nada. Una vez reconocida la invalidez, te pagaban una indemnización y te quitaban o restaban todas las prestaciones sociales recibidas hasta entonces”.

¿Por qué no se habla de ello en las facultades de medicina, derecho, periodismo, o en los medios de comunicación? Mari Carmen responde: “Pues porque no interesa[5].

[1] EL PAÌS, edición del 20 de mayo de 1989, acceso web: http://elpais.com/diario/1989/05/20/espana/611618408_850215.html

[2] Comunicación personal con la Coordinadora Nacional de Asociaciones de Afectados por el Síndrome tóxico. Consultar listado de anexos de la página 101.

[3] POSADA DE LA PAZ, Manuel, Informe sobre la situación clínica de los afectados por el Síndrome del Aceite Tóxico (SAT): Información actualizada. Diciembre 2005. Instituto de Investigación de Enfermedades Raras (IIER) del Instituto de Salud Carlos III.

[4] POSADA DE LA PAZ, Manuel. Noviembre 2006. A partir de comunicación personal con la Coordinadora Nacional de Asociaciones de Afectados del Síndrome Tóxico.

[5] Comunicación personal con Mari Carmen. Consultar en el listado de anexos de la página 101.

[1] Varios autores, 2011, Documento de consenso de Sensibilidad Química Múltiple, Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Acceso web: http://www.semfyc.es/biblioteca/virtual/detalle/Consenso_Sensibilidad_Quimica_Multiple/

[1] GREUNKE, Gudrun & HEIMBRECHT, Jörg, 1988, El montaje del síndrome tóxico, Barcelona, Ediciones Obelisco.